Saí de casa sem "El Invierno em Lisboa". Mas M., que em plena rua Nova do Carvalho tinha feito a solene promessa de reler o livro, trouxe-o hoje. Graças a ele, passo a citar:
Aún era de dia, pero las luces empezaban a encenderse en la alta penumbra húmeda de los soportales. Biralbo cruzó bajo un arco com alegorías e escudos y en seguida se perdió por calles que no estaba seguro de haber visitado antes. Pero eso le ocurría siempre en Lisboa: no acertaba a distinguir entre el desconocimiento y el recuerdo. Eran calles más estrechas e oscuras, pobladas de hondos almacenes y densos olores portuarios. Caminó por una plaza grande e helada como un sarcófago de mármol en el que brillaban sobre el pavimento los raíles curvados de los transvias, por una calle en que no había una sola puerta, sólo un largo muro ocre con ventanas enrejadas. Entró en un callejón como un túnel que olía a sótano y a sacos de café e caminó más aprisa al oír a su espalda los pasos de otro hombre."
(Há-de continuar)